El testimonio de dos médicos cubanos que fueron inhabilitados para el ejercicio de su profesión durante más de cinco años por canalizar ante su Ministerio inquietudes salariales de 300 profesionales de la Salud Pública. El Dr. Jeovany Jimenez Vega autoriza y agradece la divulgación de toda opinión o artículo suyo aquí publicado.

A: Lázaro Barredo Medina.

    Director del Periódico Granma.

En la mañana del 10 de octubre, recibí vía E-mail la respuesta a la carta que le dirigí el pasado 15 de agosto a la sección “Cartas a la Dirección” de su periódico, donde expuse sintéticamente los detalles de mi caso. Una respuesta de cinco palabras que incluye una falta de ortografía, lo cual deja mucho que desear en una publicación de su estirpe, fue todo lo que se atrevió a emitir Granma. El mensaje en cuestión me informa que se decidió trasladar mi escrito al MINSAP.

Señor Director: No por esperada esta respuesta fue menos indigna. Pudiera dar la impresión de que, con la premura del trabajo editorial, se soslayara por descuido la gravedad de mi caso; pero la perspicacia que lo sitúa al frente de la publicación de más alcance del país, le indicará enseguida que su sección se condujo exactamente como lo dispone la sistemática política de censura impuesta en Cuba hace medio siglo.

La prensa oficial cubana traiciona su deber histórico con la patria cuando pasa de ser centinela que previene y alerta, a ser cómplice que calla o anda por las ramas. Para ejercer hoy en Cuba un periodismo ético se necesita una dosis de arrojo que le faltó a quienes atendieron mi caso en aquella sección, pero es Usted el responsable máximo de que su diario silencie un ejemplo de abuso de poder tan escandaloso. Más allá de que se trate de mi asunto en particular, lo grave aquí es la evidencia inobjetable del modus operandi del sistema para “resolver” las diferencias de criterio y que se deja en claro que las pretendidas ínfulas de transparencia y apertura a las críticas tienen límites bien demarcados por el poder mismo que las canturrea.

Pero sinceramente no esperaba otra reacción. De un diario de ocho páginas que, durante meses, se diera el lujo de dedicar hasta cuatro páginas íntegras a reproducir aquellas “Historias de Generales” – ya publicadas en un libro 10 años antes – no puede esperarse nada más. Tiene ante sus ojos un país en ruinas, que tiene la corrupción política y administrativa a la orden del día, pero su periódico, incluida “Cartas a la Dirección”, se mantiene acunado en la complicidad de un silencio que lo hunde más ante el pueblo que debería servir y que es el protagonista del drama real que en la calle acontece.

Ya la Historia emitirá su juicio, pero por lo pronto aquí tienen las facultades universitarias un ejemplo elocuente de lo que jamás debe ser un periodismo que se respete. La suya es la antítesis de la prensa que necesita imperiosamente este pueblo, en este preciso momento de crisis socioeconómica, pero sobre todo moral; la antítesis de la prensa que exige cuanto queda de auténtico de la Revolución, la que reposa en el pecho del hombre que la sabe traicionada por los oportunistas que hablan en su nombre para burlarse luego entre bambalinas, al tiempo que “periodistas” como los que hoy desestiman mi caso contemplan y callan.

Una sociedad que se prive de esa estructura de saneamiento que debe ser la prensa libre y comprometida, incuba ya todos los gérmenes de su autoaniquilación. En nuestra realidad, que pasa ante los ojos cerrados de sus “periodistas”, están creadas todas las condiciones para que se posesionen cómodamente los corruptos impunes y las mafias políticas. ¿Cómo no sucedería donde los mecanismos de inmunidad social no funcionan? ¿A quién puede dirigirse el ciudadano, en caso de tener pruebas concretas de la corrupción de un dirigente histórico, hipotéticamente hablando? ¿A la Fiscalía General que igual calló ante mi caso? ¿A su diario, para que Usted traslade su escrito al Consejo de Estado, donde lo recibiría el mismo corrupto al que denuncia?

Muy pocos países pueden parangonarse de haber mantenido durante tanto tiempo una censura de prensa tan hermética. Pero como Granma es el Órgano Oficial del Partido Comunista en el poder, cuyo interés parece ser que todo permanezca estático, decidí dirigirme a otras publicaciones que, como Granma, también decidieron hacer mutis. Esto demuestra que la censura de prensa en Cuba es absoluta y sistémica, y persiste como una de las piedras angulares que necesita el poder para mantenerse en pie.

Pero, sólo por curiosidad: ¿qué parte de mi historia les pareció más impublicable? ¿La denuncia a la inequidad que sufrimos los profesionales cubanos de la Medicina con relación a otros sectores? ¿Los míseros salarios que recibimos después de décadas de consagración? ¿Que la propia Dirección del Sindicato Nacional de la Salud orquestara aquella falsa para proponer la expulsión de dos de sus afiliados del Sistema Nacional de Salud por dirigirse a su ministro? ¿Que el intocable José Ramón Balaguer nunca se dignara a responderle a aquellos 300 trabajadores? ¿O que después de entregados aquellos documentos en el Consejo de Estado y en el Comité Central, todos mintieran a manos llenas a falta de un motivo legítimo para castigarnos? ¿Acaso fue el bochornoso silencio que mantuvo la Fiscalía General ante este evidentísimo abuso de poder, plagado de violaciones a la legalidad? ¿Fue tal vez la indiferencia del Parlamento, que nunca se molestó en investigar el caso a través de sus comisiones permanentes? ¿O las tantas veces que, ya inhabilitados, nos dirigimos al Consejo de Estado y al Comité Central del Partido sin recibir una respuesta? ¿Cómo denunciar que cada una de las decenas de veces que estas instituciones no respondieron, violaron el Artículo 63 de la Constitución Socialista vigente? ¿Cómo mencionar, junto al del exministro Balaguer y de los defenestrados Carlos Lage y Carlos Valenciaga, los nombres de Ricardo Alarcón, Esteban Lazo, del Comandante Juan Almeida Bosque, del actual Ministro de Salud Pública Dr. Roberto Morales, del Vicepresidente José R. Machado Ventura y del Presidente Raúl Castro Ruz, para decir que todos tienen pleno conocimiento de esta atrocidad sin que hagan nada al respecto? ¿Qué hacer con todos estos grandes nombres en medio de tanta indolencia, de tanto despotismo? ¿Los emplazaría su diario por tráfico de influencias, o por prevaricación?

Es evidente que este caso es demasiado incómodo para ser publicado. Sobre todo teniendo en cuenta que “Cartas a la Dirección” se dedica de modo exclusivo a emplazar a funcionarios de Granma hacia abajo – entiéndase Directores de Empresas, funcionarios de niveles municipales o provinciales, incluso algún que otro ministro en desgracia – pero jamás cuestiona de Granma hacia arriba; allí son intocables, infalibles, eternos. Sería impensable que su publicación enfrentara a la cumbre del Gobierno, del Partido, de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. No soy tan ingenuo como para desconocer lo que es un hecho consumado: que la gran prensa nacional ocupa páginas completas para tratar el bache de la esquina de Tejas o el pan crudo en la panadería de Toyo, pero nunca encuentra lugar para enjuiciar los trascendentales errores que se cometen en la cima del poder y que han llevado a la ruina a este país; las políticas absurdas seguidas por décadas con el beneplácito del Comité Central y la aprobación unánime de un parlamento que nunca refuta nada.

Por supuesto que semejante prensa dejará en el tintero esta perturbadora historia sobre dos médicos inhabilitados hace cinco años por canalizar ante su ministro el criterio de 300 trabajadores, porque entonces habría que hablar además sobre los sueldos miserables de sus profesionales; sobre las guardias médicas no retribuidas; sobre aquel insultante “aumento salarial” de 2005 anunciado por Fidel Castro ante los rostros lívidos de cientos de trabajadores de la salud; sobre la inatención a que ha sido sometido nuestro sector; sobre las pésimas condiciones de trabajo y sobre la falta de voluntad política de los dirigentes de este país para cambiar semejante estado de sometimiento a que se nos mantiene sujetos mediante resoluciones ministeriales que vulneran gravemente nuestros derechos ciudadanos.

Señor Director: De todo esto habría que hablar para publicar nuestro caso, y dudo muchísimo que alguien en la “gran prensa cubana” reúna suficiente coraje, ni antes ni después de estas palabras, para ir tan lejos.

En espera de su respuesta:                                               El Ciudadano Cero.

Comentarios en: "Carta a Lázaro Barredo Medina" (12)

  1. Candela pura la respuesta que le diste al director de Granma, pero recuerda que el es un simple empleado que para aprobar cualquier publicacion primero tiene que pedir permiso.

    Me gustaria saber exactamente que fue lo que hicieron ustedes como para que los expulsaran del MINSAP.

    Paola

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  2. Bueno Jeovany, siendo las 12:29 de la noche he terminado de leer todo tu blog desde el primer post de dic 2010 hasta el ultimo, por supuesto tambien he abierto y leido todos los pdf adjuntos de resoluciones, documentos, etc, etc, de modo que ya estoy enterada del caso y te dejo comentario en el ultimo post sobre todo para preguntarte una duda.
    Tambien te deje comentario en el post de ciberguerra.

    Paola

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  3. Paola: Es vergonzoso el papel que está jugando la prensa en este momento en Cuba. Cuando me conecte nuevamente te respondo todas tus dudas. Saludos.

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  4. Jeovany: admirable tu carta. Lázaro Barredo es otro preso más de su conciencia que ni siquiera te podrá mirar a los ojos si le presentaras el caso personalmente. Un infeliz que forma parte del aparato dictatorial, un bufón más de la corte de focas aplaudidoras. Todos ellos buscan prerrogativas, y en definitiva, vivir mejor que el resto de los mortales cubanos, creyéndose más inteligentes o más ‘revolucionarios’. En cualquier lugar del mundo, un director de un periódico tiene un tremendo poder y en la isla son simples elementos, a los que les pagan por adular a otros tan o más mediocres que ellos. Suerte y saludos.

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  5. Timbiriche: En el fondo de su corazón Lázaro Barredo sabe bien todo eso. No sé cómo puede dormir sabiendo a lo que se presta. Pero ya el tiempo emitirá su veredicto. Gracias por el comentario.

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  6. […] aquella vez seguramente por mi cumpleaños – había originado, el 17 de octubre, una afectuosa carta a su flamante Director Lázaro Barredo Medina. Este sobre sellado, al llegar a mi puerta, parecía recordarme que a pesar […]

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  7. […] gente de abajo; cuyos sindicatos son una grotesca caricatura que sólo coquetea con el poder; que no tiene una prensa con autonomía para denunciar a los grandes corruptos, o que se atreva a cuestionar sin cortapisas las políticas […]

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  8. […] must have been for my birthday – had begun, on 17th October, with an affectionate letter to its splendid editor Lazaro Barredo Medina.  The stamped envelope, when it arrived at my door, reminded me that, in spite of the world having […]

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  9. […] Carta a Lázaro Barredo Medina. Advertisement GA_googleAddAttr("AdOpt", "1"); GA_googleAddAttr("Origin", "other"); […]

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  10. La elocuencia y la enorme cantidad de argumentos que usted, C Cero, le coloca encima de su escritorio al Sr. Barredo _como han dicho otros_ un peldaño del adamiaje del sostenimiento del poder político, son tan evidentes y obvios que dudo que el sujeto tenga capacidad para responder ni una cuartilla a derechas. Le felicito por haber tomado el camino correcto ante tanta desverguenza y espero que los responsables tengan su merecido.

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  11. […] sin respuesta. Esto no hace otra cosa que estimular la imaginación de la gente en la calle, que en ausencia de seriedad en la prensa oficial cubana para informar claramente o para denunciar algo aunque sea un secreto a […]

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  12. […] y gubernamentales para escucharnos con respeto, la gran frustración que esto genera y la falta absoluta de objetividad de la prensa oficial para abordar con valentía y ética un problema que no se soluciona simple y llanamente por falta […]

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