El testimonio de dos médicos cubanos que fueron inhabilitados para el ejercicio de su profesión durante más de cinco años por canalizar ante su Ministerio inquietudes salariales de 300 profesionales de la Salud Pública. El Dr. Jeovany Jimenez Vega autoriza y agradece la divulgación de toda opinión o artículo suyo aquí publicado.

Archivo para noviembre, 2018

Disyuntiva de los médicos cubanos retirados de Brasil.

¿Por qué sorprende a tan pocos la recién anunciada decisión del régimen castrista de retirar a sus colaboradores del programa brasileño Más Médicos?

Apenas se supo con la investidura el electo Presidente del gigante del sur, Jair Balsonaro, confirmó lo que había anunciado hace varios meses y ya parece un hecho consumado: sólo aceptará que los galenos de la isla permanezcan en Brasil si se someten a un examen de competencia y si se les paga íntegramente su salario al margen de la intermediación del gobierno de La Habana, y para eso le garantiza a esos profesionales residencia inmediata y visa a toda su familia, algo que la Plaza de la Revolución, como era de esperarse, rechazó de plano.

Las modificaciones anunciadas imponen condiciones inaceptables e incumplen las garantías acordadas desde el inicio del Programa…” argumentó el Ministerio de Salud Pública cubano, aunque en realidad la dictadura quiso decir: tales modificaciones no me permitirían chulearle a mis esclavos las tres cuartas partes de salario que hasta ahora le estuve robando sin escrúpulos.

Esto a las claras demuestra que en cuanto a la dictadura cubana se le cierra el grifo del lucro automáticamente se extingue también, en ese mismo instante, su “vocación filantrópica”. Porque según palabras de cuanto Castro ha gobernado Cuba ha sido la presunta razón de ser de las más de sesenta misiones médicas oficiales que sostiene en el extranjero el régimen de la isla: todo ha sido, primero que nada, por pura vocación humanitaria.

Que de paso estos magnates se hayan embolsado más de 10000 millones de dólares constantes y sonantes cada año durante las últimas dos décadas, bueno… ¡ya esos son detalles secundarios!, pero lo primero, según la cínica jerga de los dictadores, ha sido la “vocación internacionalista” de la robolución cubana y el altruismo de esos miles de profesionales que optaron fervientemente por esa alternativa, no como un acto de desesperación porque en Cuba viven al borde de la miseria con un salario absurdo, sino que todo fue hecho con absoluto desinterés por los pobres de la Tierra.

Pero ahora, de repente, pareciera que se acabó la pobreza en las favelas y la Amazonía de Brasil. Ahora, que ya el proxeneta no recibirá más dinero fácil resulta que recoge los chelines y le ordena a sus puras víctimas que se reporten en La Habana de inmediato. Ahora que dejó de correr la plata para la dictadura no cuentan ya los mismos pobres que hasta ayer adornaban la retórica de sus discursos.

¿Cuántos regresarán y cuántos tendrán el valor de atreverse a probar suerte y ejercer libremente en ese país, desde ahora bajo condiciones dignas? ¿Mitad y mitad? ¿Acaso desertará un tercio, o una cuarta parte? Esto queda por ver. Apostar por una cifra es arriesgado pues no se debe subestimar el poder de coacción, intimidación y control que es capaz de ejercer la dictadura más virulenta del hemisferio sobre sus ciudadanos, aun cuando los separen miles de kilómetros de mar.

No olvidemos que en Cuba quedaron como rehenes padres, esposos e hijos y que el régimen es experto en jugar esas cartas sin misericordia cuando así lo determina, y mucho más si le dieron justo donde más le duele. Nadie dude sobre las seguras represalias que tomará La Habana con los irreverentes. De hecho ya se vienen reportando muchos casos de visitas de la mano negra a los familiares en la isla para amenazarles con mayor o menor sutileza, pero siempre dejando claramente plantada la aberrante idea: en caso de deserción del destinado en Brasil no volverán a reunirse durante al menos ocho años.

Sin duda, arriesgarse a estar cerca de una década sin ver a sus hijos será algo que tendrá un fuerte poder disuasorio, y esto lo tienen muy claro los propios colaboradores cubanos, por eso la decisión dependerá del concepto que cada cual tenga de sí mismo, del grado de hidalguía que sea capaz de asumir frente a esa disyuntiva, ¿y por qué no? hasta de la filosofía de se tenga de la vida; en fin, algo reservado solo para los elegidos, para aquellos más libres, ¿o acaso los más temerarios?

Pero si algo queda fuera de discusión es que con esta jugada Balsonaro jodió, bien jodido, a Raúl Castro y compañía, porque esos más de 11400 médicos cubanos desplegados en Brasil, representaron hasta ahora nada más y nada menos que la quinta parte del total de colaboradores desplegados por todo el mundo, lo cual implica que a los chulos de la Plaza se le esfumarán de golpe no menos de 350 millones de dólares anuales que desde ahora dejarán de ingresar a sus cuentas secretas.

Y a este multimillonario impacto deberá sumársele el nada despreciable golpe político asestado en los mismísimos testículos de la dictadura cuando sea anunciada la cifra final de desertores, y los represores lo saben, y por eso se emplean a fondo sin pérdida de tiempo para evitarlo, haciendo uso de sus miserables tretas habituales.

Pero al final ¿se arriesgaría La Habana a retener a miles de familiares en Cuba que soliciten la reunificación con el visto bueno del país receptor? ¿Qué argumentaría en ese caso para disfrazar lo que a todas luces sería una abierta represalia, violentadora de los más básicos derechos de esas familias separadas a la fuerza? ¿Sería capaz de soportar la presión política que generarían miles de Elianes, pero a la inversa, solicitados por sus padres desde Brasil? Sólo de imaginarse el drama intimida.

Pero tampoco subestimemos un hecho bien demostrado: esa capacidad de las autoridades de la isla, cada vez que les ciega la soberbia, de barajar decisiones obtusas ante situaciones similares para al final decantarse por la más estúpida, por lo cual el arriba referido es un escenario que no se puede descartar del todo; no olvidemos que la codicia ofusca a estos sátrapas que siguen llamando “…golpe de estado legislativo-judicial…” al auténtico ejercicio democrático del parlamento que, haciendo un uso natural de sus potestades, apartó a la corrupta Dilma Rousseff mediante herramientas claramente establecidas en sus leyes y su Constitución.

Una segunda oleada de Damas de Blanco podría ser la respuesta a semejante decreto, algo a lo que yo, en el lugar de Raúl Castro, no me arriesgaría en momentos en que ya se acerca su aciago día: el que verá a Nicolás Maduro salir despetroncado por una popular y contundente patada en el culo en las ya inminentes elecciones de 2019, y un nuevo Baldonado le anuncie desde Miraflores, en nombre del digno pueblo venezolano, que tampoco allí están dispuestos a seguir manteniendo como puticas en cuaresma a los proxenetas de La Habana.