El testimonio de dos médicos cubanos que fueron inhabilitados para el ejercicio de su profesión durante más de cinco años por canalizar ante su Ministerio inquietudes salariales de 300 profesionales de la Salud Pública. El Dr. Jeovany Jimenez Vega autoriza y agradece la divulgación de toda opinión o artículo suyo aquí publicado.

No escampan las desgracias para Díaz-canalla desde que asumió su papel de figurín de vitrina y nada parece anunciar el fin de lo que pinta a karma por alguna muy mala vida pasada. Poco ha cambiado en Cuba desde las históricas protestas que en julio de 2021 estremecieron más de cincuenta ciudades en toda la isla; poco ha cambiado salvo que hoy tenemos más hambre, aumentó la inflación de forma descomunal, somos mucho más pobres y padecemos apagones cada vez más largos; dicho en menos palabras, habitamos un país exponencialmente más infeliz e inseguro, que atraviesa los momentos más tristes de su Historia, por todo lo cual el pasado fin de semana decenas de miles de cubanos hastiados tuvieron la patriótica idea de arrojarse nuevamente a la calle.

Pero a diferencia de 2021 estas protestas estallaron junto a señales de tormenta mucho más amenazadoras para la dictadura; esta vez baten como ruido de fondo ráfagas más inquietantes y que aún ocultas confirman la más temible pesadilla del régimen: además de sus perennes atolladeros de siempre -desabastecimiento perpetuo, pésima calidad de los todos los servicios básicos incluidos los sanitarios, la educación, el transporte y todos los comunales seguidos por una larga lista- hoy la dictadura tendrá que lidiar por vez primera, al menos públicamente, con los oscuros vientos de la deslealtad, una variable que el castrismo nunca tuvo que considerar en las actuales proporciones, descontado el caso Ochoa -pues es vox pópuli que aquello siempre estuvo en pleno conocimiento de Fidel y Raúl Castro, lo cual no puede interpretarse como una insubordinación real.

Así de mal andan las cosas en la finca Birán. Sucede que durante las últimas semanas trascendió parcialmente que un grupo de oficiales de diferente gradación del ejército cubano fueron detenidos o están bajo investigación -incluido el General Leopoldo Cintra Frías, exMinistro de las Fuerzas Armadas y hasta el momento un incondicional histórico del régimen- por haber distribuido y haberse comunicando en reiteradas ocasiones a través de teléfonos satelitales capaces de evadir el control del Gran Hermano, lo cual resulta extremadamente grave y dentro de la jerga castrista sólo puede ser entendido como un acto de alta traición, algo muy serio y que sí puede terminar quitando el sueño a los autócratas de La Habana.

Por supuesto la prensa oficial para solapar el escándalo corrió a desmentir la detención del exministro, pero que un grupo de altos oficiales, la mayoría en activo con diversas posiciones en la cadena de mando -con tropas y armamento bajo mando directo- anden cuchicheando a espaldas de la jerarquía es algo inédito que ya reviste gran relevancia y una gravedad que no pueden ser disimuladas por el stablishment castrista, sobre todo porque cuestiona a las claras el liderazgo del alto mando, pone en entredicho el mito de la obediencia ciega a sus ideales caducados y deja con el pantalón bajo a su presuntamente infalible contrainteligencia.

Esta situación tiene una explicación humana muy simple. En una sociedad donde la pobreza es tan raigal los privilegios reales se reservan sólo para los altos mandos y dirigentes de altas esferas, mientras la oficialidad militar de rango medio debe conformarse con migajas y pellejitos de pollo a fin de mes, lo cual deben percibir como ultrajante por más que esto parezca un lujazo contrastado con la pobreza aún más atroz del pueblo llano. Pues ahora ese iceberg impredecible puede haber entrado en curso de colisión contra este barco sin capitán a la proa que hace aguas sin rumbo, sin liderazgo ni puerto de destino.

Ahora bien, por otro lado no puede ser casual que justo ahora estalle el escándalo de corrupción que implica a Alejandro Gil, exministro de Economía junto a algunas decenas de figurillas menores. Esto sucede después de varios meses de reiteradas denuncias públicas a través de decenas de medios alternativos -prensa independiente y youtubers cubanos, cientos de blogs y en redes sociales- ¿y que sea precisamente ahora, justo cuando se revuelven aquellas turbias aguas dentro de la oficialidad del ejército, cuando sucede la defenestración de Gil?

Lo que en otro momento se podría tomar como una más de las cíclicas purgas del castrismo, el sacrificio de la típica cabeza de turco que pretende focalizar sobre este personajillo la ira de millones de cubanos sometidos a cruentas políticas de choque, en el escenario de hoy debe ser leído como una evidente maniobra para distraer la atención nacional y mundial y ocultar así la papa más candente de la mesa, un típico cortinazo de humo que intenta solapar el inconfesable terror de la cúpula ante la gravísima evidencia: que una parte de su oficialidad se haya complotado en algo que a todas luces y desde cualquier ángulo huele a plan de golpe de estado!!??

Hasta aquí todo muy feo para la foto, pero fatalmente para el castrismo, es en medio de esta movida insulsa que decenas de miles de cubanos hastiados de tanta miseria, hambre y apagones deciden lanzarse a la calle en lo que fueron las mayores manifestaciones -que no las únicas- producidas en Cuba desde 2011. Esto no estaba en los planes del clan Birán y definitivamente les complica el panorama porque sucedió en el momento más inoportuno, cuando los de La Habana baten records de impopularidad y sufren un descrédito total a nivel internacional, cuando ya no encuentran a algún acreedor que timar ni debajo de la tierra, con una economía en la ruina absoluta y una situación social literalmente caótica, todo lo cual conforma lo que Rubiera habría dado en llamar una tormenta perfecta para el castrismo. Sin duda es este el momento más delicado y difícil para la dictadura desde las protestas masivas del 11J.

Es en este punto donde se debe lamentar muchísimo la ausencia de una oposición cohesionada alrededor de un liderazgo fuerte y convincente, capaz de canalizar de modo efectivo la ira popular ante tanta injusticia, con propuestas claras, con un programa de acción realista previamente propuesto y que llegados momentos así encauce la riada de pueblo hacia la reconquista del poder, sin improvisaciones pero sin vacilación, hasta apartar a esta mafia política que hoy pretende callarnos con un par de libras de arroz y cuatro pellejos de pellejo sacados de alguna unidad militar, lo cual es altamente ofensivo y a todas luces una burla de estos gargajos inmorales. Pero si en algo ha sido bueno el régimen ha sido en desunirnos y en apagar el civismo. Tras someternos a varias generaciones de millones de cubanos al más enconado adoctrinamiento así nos tienen, pidiendo apenas pan y luz, como si la libertad ya no trajera implícita todas las riquezas. Dolió escuchar a aquella multitud ¡corriente y comida! cuando hasta ahorras saliva y se escucha más alto si gritas ¡Libertad cojoneeeee!!!! o ¡Abajo la dictadura!!!!!

Sé que el asunto es más complejo de lo que parece y que es más fácil escribirlo aquí que gritarlo en la calle, pero si después de la brutal represión sufrida aquel 11 de julio mi pueblo se atrevió a salir nuevamente a la calle a rostro descubierto para gritar ante la mirada incrédula de los represores no sólo «corriente y comida» sino también «!Libertad!!» y «¡Patria y Vida!» ya puede calcular el mundo hasta qué grado llega nuestra desesperación. Esta multitud de desarrapados que salió a las calles sabe que más de un millar de presos políticos hoy cumplen largas condenas en las cárceles del castrismo, que entre ellos la mayoría son presos del 11 de julio -incluidos decenas de menores de edad y jóvenes cuyas condenas superan su propia edad- y no han olvidado las impunes palizas con que los «revolucionarios» -entiéndase el hato de pendejos que aupados por Díaz-canalla reprimió a su propio pueblo- defendieron estas mismas calles sólo por custodiar la finca Birán.

En fin, que lo de la ingeniería social funciona y más de sesenta años de terror nos han pasado factura; de aquellos polvos estos lodos. A falta de un frente cívico aglutinador y de una propuesta que sea asumida por la sociedad –lo cual no quiere decir que tal propuesta no exista– tuvimos que conformarnos con la catarsis social, con caminar por las calles poniendo en ello el corazón, poniendo el alma, en un grito justo ¡sí!, pero caótico, arremetiendo como pollos sin cabeza y sin objetivos precisos, sin una colina ni un centro de poder que conquistar, sin un programa concreto de futuro asido al puño que avalara nuestro grito de ira con una propuesta de país libre. En su lugar debemos soportar en medio de la náusea que Díaz-canalla y sus Unbreticos López plantaran su careto en la tele para acusar por milésima vez al imperialismo y a sus “mercenarios” de toda esta rabia que otra vez, al menos de momento, tendremos que tragarnos.

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