El testimonio de dos médicos cubanos que fueron inhabilitados para el ejercicio de su profesión durante más de cinco años por canalizar ante su Ministerio inquietudes salariales de 300 profesionales de la Salud Pública. El Dr. Jeovany Jimenez Vega autoriza y agradece la divulgación de toda opinión o artículo suyo aquí publicado.

Archivo para septiembre, 2015

El tango de Bergoglio en La Habana.

Francisco despedida de Cuba

Por Jeovany Jimenez Vega.

La recién concluida visita del Papa Francisco I a Cuba dejó gravitando una ola de polémicas. Ante el asombro de unos y el desencanto de otros, un Sumo Pontífice caracterizado por ser directo, casi incisivo, con sus declaraciones Molotov hacia los centros de poder mundial, y que ha demostrado valentía al destapar más de una caja de Pandora dentro de su propia institución, para el gusto de muchos acaba de mostrarse, sin embargo, demasiado cauto ante los dictadores cubanos.

De alguien que ha dado pasos considerados verdaderas temeridades contrastados ante el milenario conservadurismo de su Iglesia, que llegó a La Habana precedido por su fama de reformador radical y cuyas declaraciones a favor de los desposeídos han llegado a merecerle incluso la absurda acusación de comunista, esperaban muchos un discurso más atrevido y frontal frente a los responsables del conocido irrespeto de los derechos humanos en la isla. Pero tal decepción puede tener su origen en una incorrecta apreciación de las coordenadas exactas de su paso por La Habana, del contexto inédito en que se produce su visita: sucede que el país visitado hoy por el Papa argentino ya no es el mismo que visitara en 1998 Wojtyla; ya ni siquiera el mismo visitado por Ratzinger en 2012.

Que la dictadura sea exactamente la misma no quiere decir para nada que Cuba lo sea. La audacia de Obama al revertir diametralmente una política perpetuada por sus diez predecesores en la Casa Blanca no es el centro de este análisis, pero sí queda fuera de dudas que las consecuencias de ese giro serán de largo alcance. Esta evidencia ha marcado una innegable impronta en el escenario político dentro y fuera de Cuba porque ha condicionado a corto plazo una actitud diferente hacia la isla y ha levantado expectativas dentro del sector más emprendedor de la economía informal cubana. Porque un país es también la suma de las necesidades y aspiraciones del pueblo que lo habita, y eso lo sabe muy bien Bergoglio, un hombre conocedor de la naturaleza humana, quien debe haber optado por la prudencia desde el convencimiento de que era lo apropiado en este momento.

Pongamos todo en su contexto. Bergoglio es un Papa que ha aceptado públicamente mediar en uno de los conflictos más largos y enconados de la Historia moderna, y en consecuencia cumple con la regla de oro de todo mediador: no incomodar a ninguna de las partes asumiendo una posición neutral. Sabe que el mundo está pendiente de cada gesto suyo, además conoce la antológica vocación de la parte cubana por esgrimir pretextos absurdos y sabe que cualquier declaración frontal pudiera enfriar el clima de las negociaciones actuales. En este momento el Papa es un actor político y se conduce como tal.

En Cuba vimos a un Bergoglio enfocado en su propósito de acercar a dos partes que intentan resolver una larga disputa. Estamos ante un hombre en la plenitud de su madurez personal y en la cúspide de su misión vital, puesto a conciencia al servicio de una delicada negociación. Como todo buen político, que nunca sacrificaría su objetivo final por escaramuzas intermedias, sencillamente antepone su misión a cualquier opinión personal sobre el asunto y mantiene su mirada fija en la consecución del fin.

No obstante, resultó desconcertante su visita de índole personal a Fidel Castro –pues no estaba obligado por el protocolo a visitar a alguien que en este momento no ocupa cargos oficiales. En su lugar, no haber visitado el punto cero habría lanzado un nítido mensaje político sobre su deseo de ruptura con un pasado que Cuba necesita imperiosamente dejar atrás, pero ya sea por razones prácticas o netamente personales, optó por regalar un selfie mediático a la dictadura. Verle junto al hombre que más daño ha hecho a la nación cubana ha sido profundamente perturbador, pero el tiempo develará la verdadera intimidad de su mediación y sólo entonces sabremos hasta qué punto estuvo éticamente justificada su decisión.

Polémicas han sido además sus posteriores declaraciones negando conocimiento sobre las detenciones de cientos de opositores cubanos durante su estancia en la isla, pero no haber recibido a ningún opositor engranaba pragmáticamente con su objetivo visto desde el ángulo del mediador: esto habría enrarecido demasiado, a la vista del Gobierno cubano, el clima de su visita –y es algo, dicho sea de paso, a lo que tampoco estaba obligado dado el carácter esencialmente pastoral de su gira. Asumido todo desde esta óptica, apenas habría sido una manifestación de diplomacia abstenerse de lanzar señales incendiarias.

Pero todo esto hizo más evidente aún el dilema de la Iglesia Católica cubana; atrapada entre la soberbia de una dictadura que recela y el dolor del pueblo al que se debe el suyo ha pasado a ser un profundo dilema ético. Estamos ante un nuevo escenario en el que se repiten, sin embargo, antiquísimas preguntas: ¿cuál es el rol de la Iglesia Católica colocada entre un pueblo sufrido y el despotismo de sus tiranos? ¿Dónde está su lugar exacto en este puzzle de contradicciones? ¿Hasta qué punto se debe implicar políticamente el sucesor de Pedro? O tal vez la pregunta sería mucho más simple aún ¿de cuál lado estaría Jesús en esta encrucijada de nuestra Historia?

De momento Francisco, que ofreció un discurso ya sí a tono con su estilo ante la Asamblea General de la ONU, optó por no arriesgarse con relación a Cuba, decidió bailar al ritmo de su propio tango y desde la escalerilla pareció cantarnos ¡adiós muchachos! como quien sabe de antemano todas las respuestas.

Ver: Mis minutos con el Papa.

Carta al Papa Benedicto XVI.

¿Salario condicionado?

salario condicionado

Por Jeovany Jimenez Vega.

Hablando de rumores: se comenta hace meses, pero nada oficial se dice al respecto todavía, que el Ministerio de Salud Pública aumentará el salario mensual de los médicos en Cuba a $5000.00 pesos (equivalentes a poco más de $200.00 USD). Esto sería muy buena noticia, pero como en la isla casi nunca las cosas son lo que parecen, según lo que se rumora también le colgarán la podrida: para recibir ese salario el trabajador tendría que firmar un contrato –al parecer no sería algo electivo– mediante el cual se comprometería a no viajar fuera de Cuba durante los siguientes cinco años –quizás diez años, según otras versiones– y se dice incluso que ya en las provincias orientales del país se le ha presentado este documento a los trabajadores.

De ser esto cierto, sería un sinsentido subordinar este salario a algo que no guarda ninguna relación con nuestro desempeño asistencial. Como en todo contrato, el que presuntamente se propone debería establecer con claridad el horario y los días de trabajo, fijaría las normas de disciplina a regir en la relación empleado/empleador y también reconocería el derecho a nuestras vacaciones quincenales pagadas dos veces al año, pero en este punto se detendrían las potestades de la administración: lo que decida hacer nuestro trabajador durante su tiempo libre está fuera de la jurisdicción administrativa de su centro y de su ministerio, es algo completamente personal y no le compete a nadie más que a él mismo tomar tales elecciones. Entonces, si es evidente que estamos ante asuntos inconexos sería absurdo exigir algo semejante.

De las medidas anunciadas recientemente por Granma, teóricamente se infiere que el MINSAP ha tomado conciencia, aunque tardía, de la gravedad de la situación asistencial en el país, pero condicionar un salario tan merecido como postergado a algo tan personal y ajeno a nuestro trabajo como nuestro tiempo libre sería una imprudencia fuera de lugar.

Tal actitud de nuestro ministerio denotaría que en el fondo nada habría cambiado. Esta postura deslustraría muchísimo el pretendido espíritu reconciliador de la nueva política propuesta, y desmentiría las presuntas “buenas intenciones” de las autoridades cubanas hacia aquellos profesionales de la salud que permanezcan en Cuba o deseemos regresar después de trabajar por un corto tiempo en el extranjero. Detrás de semejante condicionamiento se puede ver el brillo en el ojo del tigre, el gesto autoritario de siempre, el mismo despotismo, con otro disfraz y otros oropeles, pero el mismo despotismo al fin.

¿Será que tanto tiempo de imposiciones los cegó para siempre, que la soberbia terminó por anularles el juicio? ¿Ya nunca podrán hacer algo sinceramente limpio? ¿Serán ya definitivamente incapaces de proposiciones sinceras y todo quedará, una vez más, en la oportunista simulación, en el solapamiento perpetuo?

Por supuesto, firmar o no semejante contrato sería un asunto que cada cual está en pleno derecho de aceptar o no y siempre será una decisión personal, pero ese profesional debe saber que una vez firmado, ese documento lo colocaría en una injusta posición de subordinación y sería un yugo legal en manos de la administración, que lo utilizaría sin dudarlo llegado el momento de justificar futuras arbitrariedades. En lo personal yo nunca lo haría. No se trata aquí de que desee o no viajar mañana fuera de Cuba, se trata aquí de un principio mucho más elemental: es que el derecho a elegirlo o no siempre me competerá únicamente a mí. Así de simple es el asunto.

Entrevista concedida a 14yMedio sobre nueva política del MINSAP.

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Entrevista concedida por Jeovany Jimenez, desde Ciudadano Cero, a Reinaldo Escobar, periodista y editor del diario digital 14yMedio, sobre la nueva política anunciada por el Ministerio de Salud Pública de Cuba con relación a los profesionales del sector.

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14yMedio: ¿A qué le atribuye la adopción de estas flexibilizaciones para los médicos cubanos radicados en el exterior?

J.J: Es obvio que se trata de una reacción para contrarrestar el éxodo masivo de profesionales del sector. Las autoridades cubanas tuvieron sobrado tiempo, de hecho décadas, para hacer todo lo que hoy prometen. Sin embargo es sólo ahora, cuando se está produciendo la estampida, que deciden implementar una política mucho más justa. Quienes le generamos al país entre 8.000 y 10.000 millones de dólares anuales con nuestro trabajo en el exterior, bien que nos lo merecemos.

Hasta ahora el trabajador sanitario solo había recibido palos, un trato despótico y la explotación capitalista de su trabajo –en el sentido más estricto de la frase– cuando percibe en una misión oficial de trabajo en el extranjero sólo el 20% del salario que se pacta entre países. Sobre esta situación no se ha dicho ni una palabra y está en el centro mismo de las deserciones.

14yMedio: ¿Cree que muchos de estos galenos radicados en el extranjero están pensando en el retorno a la Isla?

J.J: No existe tal demanda de regreso de los médicos que desertaron de misiones o salieron a trabajar por contratación individual. Ellos tomaron su decisión en firme después de pensárselo bien. Lo que es una realidad más que evidente para millones de cubanos es el deterioro profundo, lamentable y sistémico de la atención médica a todos los niveles a lo largo del país. Hemos sido testigos durante décadas del deterioro estructural progresivo de los consultorios médicos, policlínicos, clínicas estomatológicas y hospitales, mientras el Gobierno cubano continúa desviando recursos para pulir su aparato represivo y nuestros neoburgueses se lo gastan en grande en hoteles de lujo y paseos por Turquía.

14yMedio: ¿Entonces no lo ve como una apertura?

J.J: Dudo mucho que estemos frente a un auténtico cambio aperturista del régimen. Estamos ante un Gobierno que en el resto de su accionar no ha cambiado nada, que se sigue conduciendo en su dinámica interna como una auténtica dictadura. Aún reprime del modo más impune y sistemático la disidencia de ideas y otros derechos humanos básicos. No ha lanzado la más mínima señal, en el resto de sus facetas, que induzca a pensar que estas medidas puedan engranarse en un cambio de mentalidad conducente a aperturas reales.

Estamos simplemente ante un giro pragmático para adecuarse a la nueva circunstancia.

14yMedio: ¿Cuál ha sido la reacción entre los médicos que conoce?

J.J: Oscila entre la alegría, el desdén y el escepticismo.

14yMedio: ¿Es posible revertir el éxodo de profesionales de la salud con estas flexibilizaciones?

J.J: El daño ya está hecho. Todo lo que sucede hoy pudo, en buena medida, haberse evitado si el Ministerio de Salud Pública y el Gobierno cubano hubieran escuchado en serio las demandas de nuestros trabajadores. Debieron haber estado atentos a sus necesidades y seguir una política más justa y recíproca hacia un sector que durante los últimos tres lustros ha generado más del 50 % del PIB cubano, sin que eso haya redundado en mejoras del status de vida de su personal.

Cada médico cubano que tomó la decisión de salir de la Isla para trabajar en el extranjero, lo hizo a partir de experiencias personales negativas y en busca de horizontes diferentes y más prometedores. En la mayoría de los casos dejó en la Isla condiciones de trabajo extremadamente precarias: un salario absurdo que se agotaba en una semana, el irrespeto, la frecuente prepotencia y hasta el despotismo de las autoridades de su ministerio y de su Gobierno. Ese profesional experimentó un altísimo grado de frustración por haber consagrado la mejor parte de su vida a una labor sin ser justamente recompensado.

Ese galeno se sintió defraudado, cuando no traicionado. De manera que evocará esas frustraciones y maltratos a la hora de sopesar una decisión como la de regresar a Cuba.

14yMedio: ¿Habrá una oleada de médicos regresando a los hospitales cubanos?

J.J: Es muy dudoso que suceda un regreso masivo, pero no es del todo descartable que algunos decidan regresar después de trabajar por un tiempo en el extranjero, sobre todo si las autoridades cumplen por esta vez con su palabra e instrumentan en la práctica lo prometido. Ya sabemos que con el Gobierno cubano del dicho al hecho siempre habrá un buen trecho.

Dudo muchísimo que ese retorno suceda en forma de una oleada, tampoco inmediatamente. Hay demasiada desconfianza generada por décadas de promesas incumplidas para que ahora, por obra y gracia de un artículo en Granma, aquel que tomó la decisión más trascendental de su vida, regrese sin más ni más.

14yMedio: ¿Considera que esta medida podría abrir una brecha para que más médicos salgan de Cuba una vez que se han eliminado los castigos?

J.J: La época del miedo a los castigos va quedando atrás. Quizás algunos perciban justo ahora el esperado disparo de salida, aunque hay aún muchos profesionales que nunca salieron del país porque no encontraron el modo de financiarse la empresa. Aquellos que hemos optado por trabajar fuera de Cuba, o bien lo hicimos a partir del préstamo de amigos y familiares o con el dinero acumulado en alguna misión médica oficial en el extranjero.

14yMedio: ¿Además de los recursos para el viaje, qué otros obstáculos se anteponen en el camino?

J.J: Durante los últimos meses se implementó la práctica, sin duda deliberada, de demorar todos los trámites de validación legal de documentos en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en el resto de los ministerios con el evidente fin de obstaculizar cuanto sea posible la salida del país de los galenos y profesionales de otros sectores. Esta rémora sólo puede explicarse como una política disuasiva para desestimular futuras fugas.

14yMedio: En el anuncio aparecido en Granma solo se incluyen entre quienes pueden retornar a los que salieron bajo la nueva Ley Migratoria, que entró en vigor en enero de 2013, pero nada se dice de los que salieron antes. ¿Qué opina de eso?

J.J: De ser así, estaríamos ante la perpetuación de una grave injusticia. Impedir que cualquier ciudadano cubano ingrese de forma libre a su propio país es una gravísima violación de los derechos humanos, practicada por el Gobierno cubano durante medio siglo. Todo aquel que aún dude que estamos ante una rancia dictadura, que tome este botón de muestra: un médico imposibilitado por un grupo de funcionarios de reunirse con sus hijos durante ¡ocho años! por algo tan simple como haber dado por concluido un contrato laboral, pues nada más que eso es lo que hace quien «deserta» de una misión.

Una decisión así incluso se opondría al objetivo central de la nueva política, que no busca otra cosa que desestimular salidas y fomentar el regreso del mayor número de profesionales entre aquellos que un día partieron.

Tratamientos paliativos.

Médico cubano

Por Jeovany Jimenez Vega.

Hace varias semanas se rumora que el Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP) ha dispuesto una serie de medidas en beneficio de sus profesionales. Vistas en su conjunto estas propuestas podrían considerarse como una contraorden a aquella otra política de represalias difundida unos meses antes dentro de la isla y a través de la red, que representaba un ataque frontal, irrealista y estúpido contra quienes decidimos salir del país por contratación individual y no mediante alguna misión médica oficial.

De ser cierta, la anterior “circular” del ministro apostaba sin reparos por la línea dura para desestimular por todos los medios posibles la contratación médica individual en el extranjero: se comenzaba ordenando la inhabilitación de todo aquel trabajador del sector que saliera sin la autorización del MINSAP a trabajar por su cuenta al extranjero; disponía impúdicamente presionar a otros gobiernos, incluso mediante canales diplomáticos, para evitar la contratación individual; ordenaba castigar incluso a aquellos que decidiéramos regresar a trabajar en Cuba después de hacerlo de ese modo en el extranjero y llegaba incluso a disponer el retiro inmediato de su pasaporte en la aduana a cuanto colaborador oficial regresara a Cuba, entre otra felonías ya analizadas previamente en Ciudadano Cero.

Pero esta vez otros rumores –nuevamente nada publicado oficialmente– traen aires más conciliadores desde la isla. Al parecer alguien más lúcido y realista, o simplemente más pragmático, debió advertir que estas medidas tendrían escaso valor práctico, elevado costo político y al final sólo lograrían desestimular el potencial regreso de más de un profesional entre aquellos que nunca hemos optado por vivir definitivamente fuera de Cuba.

En cuanto a la inhabilitación para ejercer en la isla: ¿cuánto podría importarle a quien regrese a Cuba con varias decenas de miles de dólares que se le prive de un salario de $ 60.00 USD mensuales? Prohibirle a este profesional ejercer en Cuba sería un desatino total, sobre todo en momentos en que el Gobierno cubano presume de aperturas porque, después de todo en términos prácticos: ¿dónde gastaría su dinero quien regrese sino en Cuba? ¿Quién saldría más perjudicado en esta lidia: el Ministerio reticente, bastante urgido de profesionales, o el trabajador que pudiera esperar durante años con toda la paciencia del mundo, sin ninguna premura, por la rehabilitación del Ministro?

Casi siempre que los dictadores verde ocres se han decidido por alguna de las muchas medidas dirigidas contra el bienestar y la prosperidad de mi pueblo han obrado mediante un reconocible modus operandi: le ordenan a su ejército de chivatos de barrio lanzar la bola de turno para regresar luego a donde sus amos con las opiniones escuchadas acerca de cómo sería percibida la futura felonía por la opinión pública, para de este modo prever la reacción que suscitaría una vez implementado en la práctica el dictado en cuestión.

Por eso ahora, a pesar de lo indudablemente positivo de las presuntas medidas “anunciadas” –al margen de que estas obedezcan a una estrategia de contención ante el éxodo masivo de los profesionales del sector debido a su falta de expectativas– pareciera que éstas medidas ya fueron tomadas a destiempo; o mejor dicho en buen cubano… ya se les fue el tren.

Ahora será mucho más difícil disuadir a un profesional que en su primer mes de trabajo haya percibido una retribución bastante mayor a la recibida por diez años íntegros de trabajo en Cuba. Ojalá sea cierta la buena nueva, pero debido a la vocación largamente demostrada por el Gobierno cubano de esparcir rumores –devenido ya en uno de sus hobbies favoritos– francamente me reservo una vez más el recurso de la duda.