El testimonio de dos médicos cubanos que fueron inhabilitados para el ejercicio de su profesión durante más de cinco años por canalizar ante su Ministerio inquietudes salariales de 300 profesionales de la Salud Pública. El Dr. Jeovany Jimenez Vega autoriza y agradece la divulgación de toda opinión o artículo suyo aquí publicado.

Primum non nocere.

Por: Jeovany Jimenez Vega.

Primum non nosere”. Por esos caprichos de la memoria amanecí recordando, como dicha hoy, esta frase escuchada en septiembre de 1988 de mi primer profesor, en la primera conferencia de mi carrera de Medicina, en aquel espacioso teatro del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas “Victoria de Girón”. “Lo primero es no hacer daño”, rezan aquellas palabras en latín. Sentado junto a desconocidos que terminarían siendo entrañables amigos, me fue develado este primogénito principio que compulsa al médico, llegado el caso de no poder remediar algún sufrimiento humano, al menos a no agravarlo.
Le agradezco a la Medicina los profundos cambios que ha obrado en mí. Porque algo cambia definitivamente dentro del hombre que pasa de conocerse a sí mismo de forma abstracta al conocimiento concreto de su cuerpo y de su psiquis; entonces este hombre toma conciencia al fin de su pequeñez y comienza a valorar en su verdadera dimensión ese milagro inexplicable que es la vida. De ahí que esta ciencia deba practicarse con toda la humildad posible, porque un médico no es más que eso: un hombre que camina algunas veces entre luces, otras entre sombras, a través de esa línea caprichosa y sutil que separa la vida de la muerte, cargando con sus humanas dudas y temores ante un paciente esperanzado que no debe percatarse de ello.
La Medicina termina humanizando profundamente a quien con devoción la ejerce, y cuando esto sucede ya nunca más se vuelve a ser el mismo. Una vez formado, un médico no será capaz de ver algún ingenio humano sin desear saber cómo funciona; en todo lo que observe buscará su mecanismo íntimo, la semilla de su germen y destino, sus causas y futuras consecuencias. Adicto al conocimiento, le incomodará no comprender algún fenómeno y le consumirá la curiosidad mientras no llegue, si le está dado, a descifrarlo. Terminará siendo este razonar un hábito que no logra evadir aquel que pone más fe en su razón que en sus sentidos pues, acostumbrado a descubrir un tumor por sus señales sin llegar a verlo, termina por intuir en todo hecho el fenómeno esencial detrás de la apariencia.
A ese estado de gracia se llega luego de mucho bregar a través de enormes sacrificios. Por eso vivo con orgullo de ser médico y no logro aceptar que en mi país se irrespete a quienes nos dedicamos a tan venerable profesión. Capaces de destinar, por ejemplo, $ 1500.00 pesos al salario de un policía patrullero – sector presupuestado, que genera sólo gastos – nuestros gobernantes, paradójicamente, no encuentran recursos para atender con respeto a un sector que ha generado un promedio de 8000 millones de dólares anuales durante la última década y así, en el momento de ser inhabilitado, me pagaban $ 573.00 pesos (unos $ 23.00 USD) por todo un mes de trabajo. Se infiere entonces que nuestro gobierno estima tres veces más importante el trabajo de quien reprime al hombre que el trabajo de quien lo sana y lo salva y ya esto lo dice todo. Pero si un día la vida me colocara frente al oficial de la patrulla, y en una trifulca resultáramos heridos los dos, exigiría a mis colegas que le atendieran antes que a mí, o lo curaría yo mismo, porque si su naturaleza le ordena reprimir y golpear, la mía, opuesta por esencia, me ordena aliviar tanto dolor humano como sea posible y de este modo ambos terminaríamos siendo consecuentes con nuestro destino sobre la tierra.
Si ya es bastante grave que a pesar de nuestra consagración se nos someta a la pobreza, más grave aún es que intentemos hablar sobre ella y el poder se ofenda hasta el punto de castigarnos, lo cual es más oneroso que el hecho en sí. En Cuba también deberían seguir los poderosos aquella máxima, primum non nosere, pero embebidos de soberbia como están, siempre eligen en lugar del remedio oportuno, la brutalidad.
Cada cual a su destino; sólo se denigran ellos mismos cuando intentan sojuzgarnos, pero yo sólo siento orgullo por la profesión que amo; mi bella profesión, que para definirla deberían bastar estas palabras del Dr. Félix Lorenzo, médico aún recordado con respeto en Guanajay, pueblo del que me siento hijo, cuando decía en sus apuntes: “Sólo nos anima sentirnos inspirados en el noble afán de que se conserven íntegras aquellas preciadas doctrinas e íntegros los respetos que siempre nos fueron dispensados, sin dudas, porque el médico es el que más se acerca al sentimiento y al dolor del que siente su salud quebrantada, y al amparo de su ciencia y su presencia las energías del enfermo se acrecientan y fortalecen hasta el momento mismo en que la vida se apaga, cuando toda su devoción se concentra en la musitación de una plegaria, sus esperanzas parecen desvanecerse y en la concepción de sus imágenes, confusas por la presencia de la muerte, le parece descubrir entre las sombras que ya le rodean, la figura de su ángel salvador encarnada en la presencia de un semejante, la del médico, que allí está para reanimarle y para ayudarle a calmar su angustia y desesperación mientras anime su organismo un átomo de vida…

Comentarios en: "Primum non nocere." (7)

  1. Me encanto este escrito ,muy bueno,pero no esperes que el empleador que de por si puede ser arrogante y soberbio ,el de este que es el dueno de la emplomania de un pais casi en su totalidad lo hace despota por naturaleza que ya de por si es fraudulenta ,robada por los duenos del pais que en su delirio dinastico y perpetuo de la soberanioa nacional para si mismos apabullan a cuanto disidente se les cruce en su camino,soberbia y mucha la de estos bandidos con poder,con todo el poder que se burlan de los unicos y verdaderos valores humanos que debieran regir la sociedad asi como son los tuyos pero eso seria eticamente imposible para estos malhechores por eso denigran,corrompen,apestan.

    Me gusta

  2. Tienes mucha razón, existe una puerta que solo se cruza una vez en la vida, y es el conocimiento; te lanza a otra dimención, donde termina la mayoria.
    Me acordaste de los viejos pero siempre vigentes Consejos de Esculapio:
    ¿Quieres ser médico, hijo mío?
    Aspiración es esta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia.
    ¿Deseas que los hombres te tengan por un dios que alivia sus males y ahuyenta de ellos el espanto? ¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida? La mayoría de los ciudadanos pueden, terminada su tarea, aislarse lejos de los inoportunos; tu puerta quedará siempre abierta a todos; vendrán a turbar tu sueño, tus placeres, tu meditación; ya no te pertenecerás.

    Los pobres, acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en caso de urgencia; pero los ricos te tratarán como a un esclavo encargado de remediar sus excesos; sea porque tengan una indigestión, sea porque estén acatarrados, harán que te despierten a toda prisa tan pronto como sientan la menor inquietud; habrás de mostrar interés por los detalles más vulgares de su existencia, decidir si han de comer cordero o carnero, si han de andar de tal o cual modo. No podrás ausentarte, ni estar enfermo, tendrás que estar siempre listo para acudir tan pronto como te llame tu amo.

    ¿Tienes fe en tu trabajo para conquistarte una reputación? Ten presente que te juzgarán no por tu ciencia, sino por las casualidades del destino, por el corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las charlas y a los gustos de tu clientela. Los habrá que desconfiarán de ti si no vienes del Asia; otros si crees en los dioses; otros si no crees en ellos. Tu vecino el carnicero, el tendero, el zapatero, no te confiará su clientela si no eres parroquiano suyo; el herborista no te elogiará, sino en tanto que recetes sus hierbas.
    Habrás de luchar contra las supersticiones de los ignorantes.

    ¿Te gusta la sencillez?, habrás de adoptar la actitud de un augur. ¿Eres activo, sabes qué vale el tiempo?, no habrás de manifestar fastidio ni impaciencia; tendrás que aguantar relatos que arranquen del principio de los tiempos para explicarte un cólico.

    ¿Sientes pasión por la verdad? Ya no podrás decirla. Habrás de ocultar a algunos la gravedad de su mal, a otros su insignificancia, pues les molestaría. Habrás de ocultar secretos que posees, consentir en parecer burlado, ignorante, cómplice. No te será permitido dudar nunca, si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un remedio infalible para curarla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que necesita.

    No cuentes con agradecimiento: cuando el enfermo sana, la curación es debida a su robustez; si muere, tú eres el que lo has matado. Mientras está en peligro te trata como a un Dios, te suplica, te promete, te colma de halagos; no bien está en convalecencia ya le estorbas; cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te denigra.

    Te compadezco si sientes afán por la belleza: verás lo más feo y más repugnante que hay en la especie humana; todos tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar los orines, escudriñar los esputos, fijar tu mirada y tu olfato en inmundicias, meter el dedo en muchos sitios. Te llamarán para un hombre que, molestado por dolores de vientre, te presentará un bacín nauseabundo, diciéndote satisfecho» gracias a que he tenido la precaución de no tirarlo». Recuerda entonces que habrá de parecer interesarte mucho aquella deyección.

    Tu oficio será para ti una túnica de Neso: en la calle, en los banquetes, en el teatro, en tu cama misma, los desconocidos, tus amigos, tus allegados te hablarán de sus males para pedirte un remedio. El mundo te parecerá un vasto hospital, una asamblea de individuos que se quejan. Tu vida transcurrirá en la sombra de la muerte entre el dolor de los cuerpos y de las almas, de los duelos y de la hipocresía que calcula, a la cabecera de los agonizantes.

    Té verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios, solo en medio del egoísmo humano.

    Cuando a costa de muchos esfuerzos hayas prolongado la existencia de algunos ancianos o de niños deformes, vendrá una guerra que destruirá lo más sano y lo más robusto que hay en la ciudad. Entonces, te encargarán que separes los débiles de los fuertes, para salvar a los débiles y enviar a los fuertes a la muerte.

    Piénsalo bien mientras estás a tiempo. Pero sí, indiferente a la fortuna, a los placeres, a la ingratitud; si sabiendo que te verás sólo entre las fieras humanas, tienes un alma lo bastante estoica para satisfacerte con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas pagado lo bastante con la dicha de una madre, con una cara que sonríe porque ya no padece, con la faz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte: si ansías conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino, entonces hazte médico, hijo mío.

    Me gusta

  3. Muy interesante su artículo, a pesar de tener su preparación académica como médico tiene algo para mi más importante que es, su vocación, ese sello que nos dá el Señor cuando nacemos, su expresión, honradez y ética lo dice todo. Le han privado de ejercer tan digna carrera pero su conocimiento nadie se lo podrá quitar. Tenga fe que Dios no le abandonará.

    Me gusta

  4. […] https://ciudadanocerocuba.wordpress.com/2012/02/19/primum-non-nocere/ Posted in Cambios, Cubaverdad, Gobierno, Salud | Tagged medicina, salud […]

    Me gusta

  5. […] –combinación que escasea en estos tiempos– presuntamente por profesionales en activo que cada día salvan nuevas vidas y que se sienten en extremo desatendidos, cuando no traicionados, por un gobierno, un partido y un […]

    Me gusta

  6. […] estima, a aquellos que con modestísimos recursos trabajan, obviando sus carencias personales, para devolver a la salud y a la vida cuanto ser humano sea posible; a mi profesora, por la que siento una admiración y un respeto […]

    Me gusta

Deja un comentario