El testimonio de dos médicos cubanos que fueron inhabilitados para el ejercicio de su profesión durante más de cinco años por canalizar ante su Ministerio inquietudes salariales de 300 profesionales de la Salud Pública. El Dr. Jeovany Jimenez Vega autoriza y agradece la divulgación de toda opinión o artículo suyo aquí publicado.

Por: Jeovany Jimenez Vega.

En mi pasado post hablaba sobre el tema migratorio, pero no mencionaba entonces lo que considero su peor secuela, que es la falta de identidad de algunos que parten. Sin pretender, como en todo asunto humano, que todos transitan los mismos derroteros pues cada persona es un mundo, sí he visto con dolor como una parte nada desdeñable de los que emigran lo hacen renegando de todo cuanto aquí dejaron; confunden la cáscara con el boniato y lo mezclan todo en un entuerto de maldiciones y blasfemias que confina al mismo fardo La bayamesa, el chivato del barrio, el son de Matamoros, la cola del pan, el Himno Nacional y Los zapaticos de rosa.

Aunque dependiendo de su personalidad y cultura, con demasiada frecuencia quien parte y regresa en cuestión de pocos meses, ya trae en la valija un acento extranjero más auténtico que el de los nativos que allá dejó, en un patético intento de dejar constancia de su nuevo swing, y muchas veces junto al mal gusto de las gruesas cadenas doradas –no pocas veces alquiladas para la ocasión– muestran con ridícula jactancia todo un despliegue de artificios que clama a gritos esa vergüenza por su pasado.

Todo aquí parece consecuencia de lo que en uno de mis recurrentes talleres mentales he terminado llamando “psicología de la prisión”, y así veo las cosas, que quien se halla así confinado, o sea en prisión, saca rápidamente dos ineludibles conclusiones: la primera, que está ante un poder inmutable que establece rígidas y amenazantes normas que lo sobrepasan hasta límites insuperables, normas que tendrá que acatar sin remedio y que de nada valdría cuestionar; la segunda conclusión, que ante una realidad así sólo resta, como único recurso, huir. Y es siguiendo esta lógica de pensamiento que el ciudadano promedio en Cuba, para evadirse de esta crudísima realidad que mal vive casi siempre posa su mirada sobre el horizonte.

Hasta aquí todo pareciera razonable, pues pretender ampliar nuestros horizontes o mejorar nuestro nivel de vida es algo más que natural. Precisamente esto convirtió al hombre en lo que es hoy. Fue este ir y venir de vivencias y mercaderías, y nunca el enclaustramiento dentro de límites geográficos locales, lo que impulsó a la prosperidad a las grandes culturas. Pero de esto a tomarse la Coca Cola del olvido y hacer un batido desechable con todo lo que huela a cubano, va una abismal diferencia.

Todos los grandes hombres han tenido como norma –habiendo pocas excepciones al estilo de nuestro Lezama– el saludable hábito de viajar. Es cierto que cada cual tiene derecho a constituir su propio concepto de patria y a cargar con ella a su modo donde quiera que esté, pero no es más que esa nostalgia por todo lo bello y loable que aquí dejó, ese sano orgullo por lo más genuino de esta Cuba, atesorado en pudoroso silencio en lo más tibio del pecho, lo que distingue sustancialmente a este cubano de aquel; hablo de esa Cuba que nos pertenece a todos, que será siempre nuestra donde pongamos el pie, una Cuba que no gusta de consignas ni de colores políticos salvo los de su bandera, por la que vive y muere, donde quiera que esté, un buen cubano. Se trata, en esencia, de discernir entre la caricatura y la patria.

Aunque vivo orgulloso de esto, igual agonizo cuando veo una considerable parte de nuestra juventud –¿algunos, la media, la mayoría?– que fija sus ojos en otras latitudes por sentir que no tendrá aquí la más mínima oportunidad de labrarse un futuro. Esto lastima por ser sintomático de graves males acumulados por décadas y que no parecen, al menos hasta el sol de hoy, con solución a corto o mediano plazo. La suerte corrida por decenas de miles de jóvenes que hace unos años formaron parte del ejército de trabajadores sociales y que terminaron embaucados en todo el país cuando terminó la sustitución de ollas y bombillos –luego derivados hacia las filas de la PNR o del DTI– o la suspensión masiva de sus carreras, hace un par de cursos y sin mediar muchas explicaciones, de la mayoría de los estudiantes que habían vencido hasta tercer año tecnologías de la salud pública, son elocuentes ejemplos de cómo la mala planificación y el mal cálculo de las necesidades del país han frustrado a generaciones de jóvenes.

A consecuencia de esto vemos a no pocos cubanos hurgando su árbol genealógico para resucitar algún ancestro canario, pero que de no lograr la ciudadanía española, de repente les da igual italiana, irlandesa, panameña o marciana, “… les da lo mismo Tokio, Barcelona que Moscú…”, cualquier cosa para cambiar su status “maldito” de ciudadanos cubanos –el asunto es huir a como dé lugar– pues terminaron considerándolo una desgracia y una vergüenza gracias a políticas seguidas por nuestro gobierno que privan a sus ciudadanos de derechos.

Reconozco que esta falta de identidad puede no ser privativa de quien parte, sino igual de quien se queda, aunque viva en la Rampa habanera, si en su corazón ya renegó de todo lo nuestro. Aquí no pretendo juzgar, pues cada cual cargará con sus razones. También me cuento entre los que piensan que patria es humanidad y después de todo, ya lo cantó el poeta, se hace camino al andar, pero sí me lamento y me duelo de que aquellos, cuando parten, lo hagan sin desearse cubanos porque creo que este terruño bello y sufrido tiene en sus días pasados y presentes suficiente gloria para ser honrada por todos sus hijos. En todo esto deben pensar nuestros gobernantes a la hora de instrumentar las anunciadas reformas migratorias. Ojalá que lo que ha sido hasta hoy un doloroso estigma sea mañana fuente de prosperidad para la patria de todos.

Comentarios en: "Identidad cubana: entre la verguenza y el orgullo." (8)

  1. Ojala como tu dices, de fruto la anunciada y tantas veces abortada reforma migratoria. Estoy casi seguro que adolecera de muchas cosas, pero no quiero se pesimista. Rezo porque los gobernantes lean tus ensayos, si pudieran compartir al menos la mitad de lo que dices. Hoy esa juventud que parte y que se queda no renegara tanto de lo cubano. Yo parti como muchos y siendo medico como tu , y hoy me niegan el retorno. Estoy cargado de tantas ensenanzas que seria un placer compartirlas en mi patria con colegas y amigos pero me es negada la entrada. Sin embargo jamas he dejado de reconocer los logros de mi patria , muchos a veces fruto de la idiosincrasia del cubano…. y de haber tenido un apostol como lo fue Marti. Sigue en tus escritos ayudaran en el futuro y hacen pensar en el presente…

    Me gusta

  2. Cuando un gobierno se apodera de las libertades de sus ciudadanos.. no es gobierno..! Para ser gobierno.. SON SUS CIUDADANOS QUIENES LOS ELIJAN PARA QUE LOS REPRESENTEN.. De nada vale lo que escribes si no lo haces del lado de tu pueblo.

    Saludos al buen pueblo cubano!

    laorejaenelruido.blogspot.com

    Me gusta

  3. Excelente artículo Dr. aunque difiero un poco, yo pienso que todo cubano esta orgulloso de su tierra, más no así de su gobierno y mucho menos de sus gobernantes, en Cuba, como en otros países la gente emigra siempre buscando mejores oportunidades de vida. Como mexicana se lo aseguro, cuando no podemos obtener en nuestra tierra lo que necesitamos tenemos que buscar la mil y un formas de lograr lo mejor para nuestra familia, no queriendo decir con esto que nos avergoncemos de nuestra tierra, creo que siempre se lleva en el corazón y en la mente. Lamentablemente como menciona el Dr. Josue a los que se arriesgan a salir «ilegalmente» les niegan la entrada a su propio país, esto si se me hace una grandisima injusticia.
    Un gran abrazo.

    Me gusta

  4. LEON DE MIAMI dijo:

    yo quiero que me digan de que cono podemos estar orgulloso los cubanos parecemos cotorra repitiendo lo que otros dices por que parece que decir las verdades sobre cuba es ser un mal humano ,,,paisajes bonito hay donde quiera lo unico que tienen es que viajar ,,,pero para ver gente mala vayase a cuba ,,voy a anumerar cosas que no se ven en otros paises y que tambien deberiamos estar orgullosos ,,por ejemplo

    un ejercito de mercenario mas grande del mundo que ocupo africa y parte de latinoamerica y ademas no cobraban

    las putas mas profecionales del mundo ,,las jineteras cubanas dicho por el propio fidel castro no lo digo yo

    cuba fue ocupada por una fuerza estranjera de mas de 68000 rusos y los cubanos estabamos contento

    los mas dociles esclavo del mundo somos los cubanos ,,ninguna manifestacion numericas en las calles reclamando sus derechos ,,

    no tenemos tramporte
    ni jabon
    ni desodorante
    ni pasta de diente
    mala alimentacion
    divicion de familia
    las madres ven muy bien que su hija se largue con un estranjero a que se gradue en una universidad
    no esisten valores morales civicos ni familiares

    doctores que hacen huelga de hambre para reclamal el costo de dos aguacates ,,pero que no se unen a ningun otro grupo de cubano ja ja

    critican a los que se han ido por tomarse la cocacola del olvido ,,ja ja ni que huviera algo bueno que recordar en cuba ,,

    las mujeres no tienen toallas sanitarias ,,

    QUE ALGUIEN ME DIGA DE QUE PODEMOS ESTAR ORGULLOSOS y no me venga con la tierra ni un carajo que si le pongo un cubo de tierra de cuba y de nicaragua no saben distinguir ,,,

    APALEAN ARRASTRAN A MUJERES MAYORES TODOS LOS DOMINGO Y EL HOMBRE CUBANO MIRA INDIFERENTE

    VIVAN LAS DAMAS DE BLANCO

    Me gusta

  5. Nadie se toma la Coca-cola del olvido voluntariamente, son los años de rabia y frustación acumulada los k hacen a mucha gente renegar hasta del numero del pasaporte, no trato de excusar a nadie pero tampoco se puede criticar de anticubanos o «menos cubanos» a quienes perdieron la dignidad como personas, justo por el hecho de nacer cubanos; Intentemos entender el porqué de determinadas posturas.

    Me gusta

  6. […] Ver: Identidad cubana: entre la verguenza y el orgullo. […]

    Me gusta

  7. […] Ver: Entre la verguenza y el orgullo. […]

    Me gusta

  8. JuanCarlos dijo:

    «… tomarse la Coca Cola del olvido y hacer un batido desechable con todo lo que huela a cubano… » Hombre, tal parece que me hubieras retratado!!! Y sabes qué? De lo que me siento realmente orgulloso no es de ser cubano ni fiel a mi «cultura?», sino de haberme tomado esa Coca Cola de la que tú hablas, con todas sus consecuencias… Si se tratara de recordar a cuba (minúsculas intencionales), lo último que recuerdo es que un cubano de uniforme, pero que come la misma mierda que tú todos los días, me comunicó que me estaba prohibido volver al país del que sigo siendo ciudadano aunque simultáneamente se me usurpan todos los derechos que esa condición me confiere… puedes digerir esta realidad tú solo o necesitas una Coca Cola (mayúsculas intencionales) para suavizarla? 🙂

    Me gusta

Replica a Carlos Cancelar la respuesta